Participación en el desarrollo y conservación de las tierras altas
Javier Escobedo Urquizo es Asesor Técnico Principal del Proyecto GCP/INT/542/ITA, Bolivia.
El estudio de caso que se presenta a continuación forma parte de los resultados del Proyecto Interregional para la Participación en la Conservación y Desarrollo de las Tierras Altas (Programa FAO/Gobierno de Italia), que se inspira en las orientaciones del Capítulo 13, Programa 21, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Rio de Janeiro, 1992) sobre Manejo y desarrollo sostenible de los ecosistemas de montaña. En este proyecto piloto participan tres países, Bolivia, Nepal y Túnez; el proyecto persigue identificar y validar estrategias, métodos y técnicas para la promoción y consolidación de la participación de las poblaciones en la conservación y desarrollo de las cuencas de montaña.
En Bolivia, el área del proyecto es la zona montañosa - la cuenca alta - del río Piraí (Departamento de Santa Cruz), cuya extensión es de 140 000 ha (la superficie total de la cuenca del Piraí es de 10 000 km2). La topografía de esta zona es bastante accidentada en alturas que van desde los 600 hasta los 2 400 m.s.n.m.; se registran precipitaciones anuales entre 700 y 1 200 mm, con una marcada estación de lluvias de octubre a abril. En esta cuenca alta se asientan 24 comunidades rurales que comprenden de 30 a 60 familias; la población total es de aproximadamente 10 000 habitantes (incluida la localidad de Samaipata, con 2 500 habitantes). Los bosques nativos representan un 25 por ciento de la superficie total; dichos bosques disminuyen año tras año por las prácticas tradicionales de corte y quema.
Desde comienzos de 1993, seis de las comunidades rurales de la cuenca alta iniciaron un proceso de participación con el objetivo de mejorar el uso y manejo de los recursos naturales. En 1996 el proceso se extendió a otras ocho comunidades. En el presente artículo se presentan las experiencias y resultados obtenidos en la comunidad de Bella Vista, donde se realizó un estudio de caso (Delnoye, 1997).
La ejecución del proyecto contó con la colaboración del Servicio de Encauzamiento y Regulación de Aguas del Río Piraí (SEARPI), institución boliviana descentralizada de la Prefectura de Santa Cruz, responsable del manejo de la cuenca del río Piraí. A nivel nacional, el proyecto es conocido como Proyecto SEARPI-FAO.
ESTRATEGIAS
El objetivo fundamental del proyecto es lograr la participación comunitaria en el manejo integral de las cuencas. La estrategia de trabajo se basa en un enfoque gradual y flexible de involucrar a la población, que va desde el diagnóstico socioeconómico y biofísico de la realidad local, los problemas y potencialidades, y la identificación de actividades e iniciativas hasta la implementación y la evaluación. Los métodos y herramientas participativas fueron probados y validados en las diferentes etapas de este proceso; entre dichos métodos y herramientas figuran el diagnóstico rural participativo, los talleres de evaluación y replanificación, el análisis de costo-beneficio, la estratificación socioeconómica, las reuniones periódicas con organizaciones de base y grupos de interés, la investigación participativa, la extensión participativa, y diversas técnicas de conservación de suelos para el mejoramiento de los sistemas de producción y la generación de ingresos.
La presencia regular de un agente de extensión en las comunidades, apoyado por un equipo multidisciplinario, (agropecuario, forestal, de promoción social y comunicación) y un programa de capacitación han sido decisivos para fortalecer las capacidades locales tanto técnicas como organizativas.
Los planes comunales y el Plan de Desarrollo Municipal Sostenible constituyen la base para las propuestas de trabajo. La coordinación institucional con ONG y el Municipio de Samaipata son elementos que coadyuvan a la implementación de las actividades.
LA COMUNIDAD DE BELLA VISTA
Características socioeconómicas y biofísicas
Bella Vista es una de las doce comunidades interesadas por el proyecto, y una de las tres comunidades donde el proceso participativo para el manejo de cuencas es el más consolidado. En la comunidad habitan 30 familias cuyo origen se remonta a comienzos de este siglo: la población proviene de migraciones de los valles mesotérmicos (principalmente el Valle Grande). La comunidad ocupa una superficie de 2 600 ha y abarca toda la microcuenca El Fraile. Las viviendas son dispersas y se distribuyen a lo largo de 7 km de carretera, desde la cabecera de la microcuenca hasta las inmediaciones de una escuela (a alturas de 1 300 a 1 600 m). Aproximadamente el 30 por ciento de la población profesa la religión evangélica, hecho singular puesto que en otras comunidades esta religión tiene muy pocos adeptos.
La topografía es accidentada y muy representativa de la cuenca alta. Los bosques cubren aproximadamente el 54 por ciento de la superficie; las áreas de cultivo y barbecho el 28 por ciento y los pastos el 18 por ciento.
Utilizando la metodología del Programa internacional de investigación sobre recursos e instituciones forestales (IFRI), se obtuvo información sobre productos del bosque, formas de extracción, características de la vegetación y situación socioeconómica de la población (Sandoval, 1994). Un total de 25 productos del bosque (árboles, arbustos, plantas herbáceas y productos de la fauna silvestre) son aprovechados por las familias; los productos más importantes por orden de consumo son la leña, el forraje, la madera, las plantas medicinales y las plantas para la confección de techos de las casas. El uso de otros productos como los abonos, la miel, las frutas, las cortezas, el palmito, la carne y las plantas ornamentales es poco significativo. La forma de aprovechamiento y las herramientas que se usan son tradicionales. El corte de arboles y el «tableado» se hacen con motosierra. En la comunidad existe un taller rústico de carpintería. En promedio, el 19 por ciento del ingreso de la familia proviene de productos de bosque, el 66 por ciento de la agricultura, el 9 por ciento de la ganadería y el 6 por ciento de otras actividades. Se puede afirmar que en Bella Vista existe una cultura forestal, porque los productos del bosque se usan de manera racional.
La Organización Territorial de Base, establecida en Bolivia en 1995 por la Ley de Participación Popular, se ha convertido en los últimos años en la organización más importante; existe también un comité de padres de familia, un comité de deportes y grupos de productores organizados, apoyados por el proyecto (el más importante es el grupo de los apicultores). Los evangelistas son un grupo no formal pero muy activo en la vida de la comunidad. Además de contar con el apoyo del proyecto SEARPI-FAO, la comunidad recibe el apoyo ocasional del hospital y del Municipio de Samaipata.
La superficie promedio por familia es de 10-20 ha; casi todas las familias son propietarias pero no poseen un título legal de propiedad. Las explotaciones son individuales; no existen terrenos comunitarios. Los sistemas de producción se basan en cultivos anuales (maíz, papa, frijol); también se cultivan especies frutales (cítricos y duraznos) y caña de azúcar. La ganadería, dedicada fundamentalmente a la cría de vacunos, es extensiva y cada familia posee en promedio 10 a 30 cabezas.
LA PARTICIPACIÓN COMUNITARIA
Cuando, en 1993, se iniciaron las primeras intervenciones del proyecto, Bella Vista no fue seleccionada como comunidad prioritaria. Sin embargo, con motivo de realizarse el taller de planificación participativa en una comunidad vecina, los dirigentes de Bella Vista se personaron en el proyecto para solicitar su participación. Después de estos primeros contactos y ante el gran interés de la población, la comunidad fue incorporada en el taller. La primera actividad fue la formación de un grupo solidario para un fondo de semilla de papa, cultivada según técnicas conservacionistas (por ejemplo, barreras vivas y muertas y coberturas de suelos) y la construcción de un silo para el almacenamiento de semilla.
Se recogió la información sobre la comunidad mediante los formularios del IFRI, y se propuso un plan de manejo de recursos naturales (Carmena, 1994) en el que se incluía el aprovechamiento del agua y del bosque. En 1994, se inició la implementación del plan con la construcción de un molino de piedra y de dos estanques piscícolas demostrativos y la formación de un grupo solidario de apicultores. Con los miembros de la comunidad se realizó el primer taller de evaluación y replanificación. El trabajo continuó en los años sucesivos, con la inclusión de nuevas actividades (callejones forrajeros, técnicas mejoradas de corte y quema, reforestación). Nuevas familias y un grupo de mujeres que cultivan huertos hortícolas se sumaron a los participantes. Paralelamente se fueron fortaleciendo las organizaciones de base y los grupos interesados en el manejo y control de sus propios fondos. Los maestros y alumnos iniciaron un programa de educación ambiental cultivando un huerto escolar. Desde 1996 se fueron consolidando y difundiendo las actividades iniciadas. Se instalaron parcelas agroforestales de investigación participativa y varias fincas mejoraron su sistema de producción. A comienzos de 1998, la comunidad de Bella Vista y tres «comunarios» fueron seleccionados para las comunidades de capacitación, cuyo objeto es difundir y compartir experiencias con otros agricultores.
Los resultados del proyecto
Al cabo de cinco años, se advierten cambios substanciales en la comunidad de Bella Vista, en particular en la forma de pensar y trabajar de sus pobladores. Varias fincas han mejorado sus sistemas de producción adoptando prácticas sostenibles; la organización comunitaria se ha fortalecido, los fondos rotatorios son manejados por los propios interesados, y existe la convicción de que es necesario dar el mejor manejo a los recursos naturales. Las evaluaciones hechas por la población misma muestran que en la comunidad se han cumplido los objetivos que se habían fijado en el diseño del proyecto.
En los tres años sucesivos de evaluación interna del proyecto, durante los cuales se analizó el grado de participación y adopción de técnicas de mejoramiento de los sistemas de producción por todas las comunidades de la cuenca alta, la comunidad de Bella Vista fue una de las que mostró la mayor participación y más avanzó en el proceso participativo para el manejo de los recursos naturales (Figura 1).
Además del impacto social y ambiental, es evidente que las familias de esta comunidad han mejorado sus ingresos como consecuencia directa de las actividades de apicultura, piscicultura y horticultura (Figura 2).
CONCLUSIONES
En la comunidad de Bella Vista se han observado importantes cambios a nivel técnico y socioeconómico. Desde el punto de vista técnico, los sistemas de producción se han desarrollado y han mejorado en los últimos años. La agricultura se ha diversificado con la introducción de nuevos cultivos; se han adoptado técnicas de conservación de suelos y nuevas formas de corte y quema; la pequeña infraestructura de riego se ha mejorado; se han puesto en práctica técnicas de poda e injerto en los frutales; se ha perfeccionado la infraestructura vial para facilitar la comercialización de los productos agrícolas; se han puesto en práctica sistemas de crédito comunal; se han implementado actividades de generación de ingresos, como la apicultura, la horticultura y la piscicultura, y se han iniciado prácticas silvopastorales, de forestación e implementación de sistemas agroforestales. También han surgido iniciativas de aprovechamiento de la madera, que aún están en fase de estudio.
Los cambios socioeconómicos más importantes han sido los siguientes: una mayor sensibilidad a los problemas de degradación de los recursos naturales, una mayor autoestima, una mejor capacidad de autodeterminación y autoevaluación, mayores aptitudes en los aspectos organizativo y financiero, una mayor capacidad para resolver los conflictos internos, una más plena participación en las reuniones y cursillos de capacitación, un mejor conocimiento de otras comunidades, instituciones y proyectos, una mejor capacidad de gestión de los recursos, una más cabal identidad territorial, y mayores ingresos por familia.
Si bien es cierto que en la comunidad de Bella Vista existían las condiciones para que el proceso participativo se consolidase en un período de tiempo relativamente corto, los cambios mencionados confirman la hipótesis de que la población puede manejar los recursos naturales de forma sostenible. Dicho manejo consumía uno de los objetivos formulados en el diseño del proyecto.
En otras comunidades de la cuenca alta también se observaron, con resultados variables según las comunidades, cambios técnicos y sociales importantes, sin que todavía se haya logrado consolidar el proceso participativo, lo cual indica que el tiempo necesario para este proceso es largo y depende mucho de la dinámica y características particulares de cada comunidad.
En todas las comunidades interesadas por el proyecto se han probado y validado, con la población, las técnicas para el mejor uso de los recursos naturales y para mejorar los sistemas de producción, las actividades generadoras de ingreso y las herramientas participativas de diagnóstico, planificación y evaluación y de costos-beneficios, así como los métodos participativos de estratificación económica y los esquemas de incentivos. Estos métodos pueden ser difundidos y replicados a nivel regional y nacional.
Los resultados alentadores obtenidos gracias á la participación de la población en el manejo de la cuenca alta han servido para crear una nueva dinámica en el trabajo del SEARPI, integrando las acciones realizadas en las partes bajas de la zona (sobre todo en materia de control de inundaciones) con las realizadas en la zona montañosa de cabecera de cuenca. Se ha iniciado asimismo la «institucionalización» (en el SEARPI, en los municipios de la cuenca y en la Prefectura de Santa Cruz) de los conceptos y enfoques participativos, tanto a nivel local como regional; dicha institucionalización será una de las tareas fundamentales de los próximos años.
La participación en la comunidad de Bella Vista
Un estudio de caso (Delnoye, 1997), que se basó fundamentalmente en testimonios de los pobladores, revela elementos relativos al impacto social y técnico de la participación de la comunidad. A continuación se ofrecen algunos de estos testimonios:
Ahora tenemos otra forma de chaquear [sistema tradicional de corta y quema]; anteriormente no era como lo que hoy en día sabemos: antes había fuego en todos los lados, la gente tumbaba los árboles y chaqueaba mucho... no existía respeto a la naturaleza... ahora y a conocemos qué consecuencia tiene esto.
Ya hemos visto que sin la quema la tierra produce más y dura más su fertilidad.
... Antes, sin las prácticas conservacionistas, los terrenos sufrían las consecuencias del chaqueo, había derrumbes graves...; con las terrazas y las plantaciones forestales, ahora es distinto: las terrazas protegen bien de los derrumbes.
Antes, para aprovechar la miel, la gente tenia que tumbar los árboles; ahora ya no: con la apicultura estamos aprovechando la miel sin destruir el bosque.
Los árboles y las maderas como el cedro, tenemos que proteger, porque si no los protegemos nos van a hacer falta después a nosotros mismos, al igual que a nuestros hijos; por eso pensamos en trabajar de otra manera.
Tenemos que cuidar de nuestra tierra... Así mis hijos y los hijos de mis hijos también van a poder aprovechar mi trabajo y van a encontrar mejores días en este lugar.
Antes, no teníamos futuro en Bella Vista; ahora vemos que ya podemos mejorar nuestra forma de vida.
Hay más perspectivas ahora, estamos con cosas nuevas que antes no había, como la apicultura.
Antes, nosotros pensábamos comprar parcelas en otros lugares para trabajar a para máquina... ahora estamos contentos de trabajar aquí.
Antes, nuestro trabajo era rutinario; ahora sabemos manejarlo mejor: tenemos control de lo que hacemos.
La gente ya no es tímida, tiene más confianza para salir; salimos a Samaipata y Santa Cruz par arreglar nuestras cosas... Cuando necesitamos algo, lo vamos a pedir; ya conocemos a la gente que trabaja en las instituciones y entramos en sus oficinas sin miedo.
La mejor cooperación dentro de la comunidad consiste en la asistencia a las reuniones; es imposible mandar solamente, pero si se puede asistirá las reuniones y trabajar..., porque en la reunión se hace la fuerza..., un puño no puede golpear con un solo dedo, sino que necesita de los cinco dedos.
El cambio más importante es que somos capaces de reunimos y decidir democráticamente acerca de las cosas que nos convienen a nosotros y a la comunidad entera.
Antes, había reuniones, sobre la escuela y el camino, pero nunca conversábamos sobre el manejo de las tierras y el bosque, como lo hacemos ahora.
Es muy importante... [refiriéndose a la educación ambiental], después de la escuela, los niños van a ser agricultores: tenemos que enseñarles cómo se puede cultivar la tierra sin destruirla...
Las frases anteriores demuestran que la población ha desarrollado un gran sentido de la conservación de los recursos, en particular del bosque; y que respeta y ama la naturaleza y su comunidad.
Existe un grupo de familias que no participan en el proyecto. Esta categoría comprende las familias que alquilan tierras: su visión es a corto plazo, son individualistas y no juegan un papel activo en la vida social de la comunidad; otras esperan ver los resultados del trabajo de los participantes. Sin embargo, todas muestran una identificación con el mensaje difundido por el proyecto, y existe un cierto intercambio de experiencias con los participantes, uno de éstos ayo: Creo que ellos van a seguir poco a poco nuestros pasos. Es interesante señalar que sin que hubiese intervenido el proyecto, un agricultor participante alquiló parte de su tierra con el requisito de que el locatario realizase prácticas de conservación del suelo.
El estudio de caso reveló también algunos elementos interesantes para una mejor consolidación del proceso participativo. Algunos pobladores se expresaron así:
Nos falta mucho por conocer sobre el monte, el bosque y sus recursos; hay necesidad de conocer más sobre el monte, cómo se podría utilizar mejor y cómo poder beneficiarnos mas de él.
A mi modo de ver, podemos participar pero aún no podemos decidir...
Ahora somos los primeros para el proyecto; pero si nosotros no trabajamos, otras comunidades van a superarnos.
Es como el profesor y el alumno: él [refiriéndose al proyecto] ve almas interesado en estudiar, es éste quien más le preocupa y toma en cuenta... y es este alumno [la comunidad] quien llega a alcanzar las mejores notas.
Me falta aprender mucho, pero sabemos que la práctica hace al maestro y que los alumnos de ayer pueden ser los profesores de mañana.
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Bibliografía
Carmona, H. 1994. Informe de consultoría sobre manejo de bosques de Bella Vista. Documento interno del proyecto GCP/INT/542/ITA. Santa Cruz, Bolivia.
Delnoye, R. 1997. El caso de Bella Vista. Documento de trabajo N° 7. Proyecto GCP/INT/542/ITA. Samaipata, Bolivia.
Sandoval, E. 1994. La forestería social en la comunidad de Bella Vista. Universidad de Santa Cruz, Bolivia (tesis de grado).